La vigorexia es un trastorno psicológico, también conocido como dismorfia muscular o complejo de Adonis, que se caracteriza por una obsesión enfermiza por ganar masa muscular a consecuencia de tener una imagen distorsionada del propio cuerpo.
Los afectados ven su cuerpo poco desarrollado y enclenque, por lo que realizan compulsivamente ejercicios de gran intensidad en el gimnasio para hipertrofiar sus músculos, llevan un control estricto de su dieta con una aporte exagerado de proteínas y observan con mucha frecuencia y de manera minuciosa y obsesiva su musculatura frente al espejo.
Influencia social y mediática en el culto al cuerpo
Hoy en día existe, un culto excesivo a la belleza corporal y una obsesión por lograr la perfección física. La imagen se convierte en un referente de la felicidad y el afán por conseguir la figura perfecta en una necesidad que puede desencadenar en trastornos psicológicos y de la alimentación tan graves como la vigorexia, la ortorexia, la bulimia o la anorexia.
Los factores que intervienen en nuestra sociedad para que eso suceda son:
# 1.- Medios de comunicación
El cine, la televisión o las revistas inducen a que sea el cuerpo el que se adapte a la moda y no al revés. Los medios, con su influencia, extienden ese patrón social de comportamiento muy rápidamente.
# 2.- Intereses económicos
Los laboratorios de productos de belleza, la industria de productos adelgazantes o los cada vez más numerosos gimnasios de todo tipo son negocios muy lucrativos que contribuyen por su propio interés a incitar a la población a mantener un cuerpo delgado o musculado que se ajuste a los cánones actuales de belleza de nuestra sociedad.
# 3.- Presión social
La sociedad nos impone la necesidad de presentar una imagen determinada para «triunfar en la vida»: conseguir el trabajo ideal, la pareja perfecta, etc. Esto provoca que algunas personas se impongan el cumplimiento de un determinado físico para poder alcanzarlo. De esta manera, el deporte deja de practicarse para disfrutar y se convierte en una lucha con uno mismo por lograr la perfección.
# 4.- Rechazo social del sobrepeso
Ser una persona obesa o alejada de los cánones de la figura perfecta se vuelve en estigma en las sociedades modernas mientras que la delgadez se asocia al ideal de belleza, poder y éxito.
# 5.- La preocupación excesiva por la alimentación
Nos hemos acostumbrado a leer en los envases de comida reclamos publicitarios como «todo natural», «sin ingredientes artificiales», «bajo contenido en grasa» o «sin azucares añadidos». El consumidor actual quiere conocer el contenido nutricional de sus comidas así, como las calorías que implican. Saber lo que uno como, por supuesto, que es bueno. El problema surge cuando preocuparse por comer sano se convierte en obsesivo.
Principales factores de riesgo para sufrir vigorexia
# 1.- Ser hombre
El sexo muestra una gran influencia en la práctica de deportes, siendo mayor en los hombres que en las mujeres. Se estima que más del 75% de los casos de vigorexia son de género masculino, ya que son ellos los que se sienten más insatisfechos cuando se encuentran por debajo del ideal del peso o altura, y los que sufren una mayor presión social por desarrollar un cuerpo musculoso como el que sale en los anuncios o carteles publicitarios.
# 2.- Ser muy deportista
Realizar ejercicio físico es beneficioso porque nos ayuda a mantenernos saludables, tanto desde el punto de vista físico como mental, pero si se convierte en una necesidad compulsiva o en una obsesión puede suponer un problema.
# 3.- Tener una personalidad obsesiva
Las personas vigoréxicas muestran pensamientos recurrentes sobre su imagen, sienten que su musculatura es escasa y piensan constantemente en mejorarla, de ahí que se lancen de forma «compulsiva» a realizar ejercicio físico de gran intensidad para compensar ese supuesto «defecto» de su cuerpo.
# 4.- Sufrir otro trastorno de la conducta alimentaria
La vigorexia y las personas con trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia, comparten además de la preocupación desmedida por su aspecto físico, la visión de una imagen distorsionada del cuerpo y la obsesión por cuidar las comidas, calorías y composición de lo que se ingiere.
Además, las personas con bulimia o anorexia tienden a realizar actividades deportivas sólo con el fin de bajar su peso y, en ese aspecto, se parecen también los vigoréxicos. Las personas con vigorexia no buscan el efecto placentero del ejercicio, ya que verdaderamente no disfrutan haciendo ejercicio, sino que sólo lo practican para evitar el malestar o la sensación de culpa que les produce no hacerlo.
# 5.- Necesitar alcanzar un objetivo concreto en el entrenamiento
Un claro ejemplo son los jóvenes que se entrenan para presentarse a las oposiciones de bombero o policía y que hacen grandes sacrificios para conseguirlo. Otro son los atletas que se sienten sumamente presionados por superar sus limitaciones o marcas.
En ocasiones para conseguir estos objetivos, perjudican su vida privada e incluso su salud, son propensos a sufrir lesiones e incluso llegan a doparse para poder lograrlo.
# 6.- Mostrar una preocupación excesiva por la apariencia física
Desear tener una buena imagen no implica padecer un trastorno, pero sí aumenta las posibilidades de que aparezca.
# 7.- Mostrar una gran preocupación por agradar a los demás
Estar continuamente preocupados por la imagen ofrecida a los demás y, en los casos más extremos, incluso evitar situaciones sociales que muestren que están delgados o débiles.
Los vigoréxicos disfrutan con la admiración de los demás después de hacer ejercicio. Esto puede llevar a las personas que padecen vigorexia a hacer auténticas locuras para batir marcas, demostrar que son capaces de hacer cosas que los demás no pueden o tratar de parecer el mejor.
# 8.- Altos niveles hormonales
Las endorfinas son un grupo de hormonas que producen sensación de felicidad y relajación. De ahí que, en la depresión, los niveles de endorfinas sean muy bajos o incluso nulos.
El ejercicio intenso genera mayor liberación de endorfinas y, por lo tanto, mayor sensación de felicidad tras el esfuerzo, de ahí que la práctica de deporte pueda causar «adicción» y es importante que estemos atentos para detectar que nuestra necesidad de ejercitarnos no rebase ciertos límites.
Síntomas de la vigorexia
Los síntomas más comunes de una dismorfia muscular son:
- Mostrar una preocupación excesiva por su propio cuerpo. Se puede objetivar que la preocupación es excesiva si la persona se dedica a pensar en ello más de una hora diaria, se pesa varias veces al día, mide constantemente el grosor de los músculos o se compara siempre con otros compañeros de gimnasio. Cualquiera de estas circunstancias nos alertan de que estamos cayendo de lleno en la vigorexia.
- Mostrar una imagen corporal distorsionada y nunca verse los suficientemente fuerte o en forma.
- Mostrar una dependencia del ejercicio físico, es decir, sentir la necesidad de practicar deporte durante al menos tres horas diarias. Y ante la imposibilidad de realizar ejercicio, sufrir síndrome de abstinencia, es decir, irritabilidad, ansiedad o depresión.
- Mostrar una excesiva atención a la dieta con conductas desadaptativas, como una alimentación inadecuada o consumo de fármacos peligrosos para la salud con el único fin del desarrollo muscular tales como:
- Eliminar el consumo de grasas.
- Aumentar el aporte de glúcidos como fuente de energía, así como de proteínas para ganar músculo.
- Consumir suplementos proteícos extraídas del suero de la leche o del huevo en forma de polvo, barritas o batidos, así como complejos vitamínicos para compensar una dieta inadecuada.
- Tomar sustancias como la creatina o la carnitina para favorecer el aumento del volumen muscular 0 el aprovechamiento energético.
- Consumir esteroides anabolizantes para aumentar la masa muscular y perder grasa aún a pesar de que su consumo sin control sanitario esté prohibido.
- Aceptar el sufrimiento y el daño físico como un camino necesario para conseguir el desarrollo muscular y seguir con el entrenamiento aún a pesar de las contraindicaciones médicas.
- Mostrar una desproporción física poco acorde con su talla o complexión. La persona con vigorexia entrena según lo cree conveniente y no bajo las recomendaciones de su entrenador. Por ejemplo, es muy frecuente observar un cuerpo demasiado voluminoso con respecto a la cabeza, o unos pectorales y unos bíceps excesivamente desarrollados con respecto a las piernas.
- Tener una baja autoestima. A menudo la obsesión por el músculo puede derivar en un cuadro obsesivo compulsivo. La persona que sufre de vigorexia se siente fracasada por no conseguir unas metas físicas inalcanzables, porque no son realistas. Esta frustración le causa un gran malestar que termina interfiriendo en su vida laboral, social y personal.
Consecuencias de la vigorexia
Las principales consecuencias de la vigorexia son:
# 1.- Aislamiento
La gran cantidad de tiempo que el vigoréxico dedica al ejercicio (hacerlo o pensar en hacerlo) entorpece su adaptación social aislándose de su círculo de amigos, laboral, académico e incluso familiar y de pareja. La persona con vigorexia se siente cada vez más sola y no es raro que aparezcan síntomas de depresión.
# 2.- Lesiones
La sobrecarga de entrenamiento termina dañando los músculos, huesos y articulaciones, a veces de manera irreversible. El cuerpo se fuerza debido a la intensidad del ejercicio realizado y, por tanto, aumentan las probabilidades de sufrir una lesión. De ahí la importancia de entrenar de una manera correcta para evitar molestias, desgarros, sobrecargas, dislocaciones, roturas y esguinces.
En caso de que se haya producido una lesión, es mejor mantener reposo o acudir a un médico o fisioterapeuta. Muchas personas con vigorexia no lo hacen por miedo a que les prohíban seguir entrenando y lo siguen haciendo aun a pesar del dolor. Creen que una tobillera u otro tipo de venda les protegen, lo cual no es una buena idea, ya que al final las molestias se agravan o cronifican.
# 3.- Fatiga crónica
Con el exceso de ejercicio se suele llegar a la fatiga, ya que se entrena más allá de las fuerzas del cuerpo hasta la extenuación.
# 4.- Desordenes de alimentación
El organismo se ve forzado a obtener energía a partir de proteínas, en vez de las grasas y los hidratos de carbono, como sería su funcionamiento natural. El exceso de ingesta de proteínas sobrecarga de trabajo a los riñones y el hígado, que son los órganos que se encargan de eliminar los productos de desecho que quedan tras metabolizar las proteínas (amoníaco, ácido úrico y urea).
Por otra parte, el exceso de consumo de proteínas de origen animal favorece la formación de cálculos renales. Con las proteínas, se elimina mucho calcio que debe ser depurado por los riñones. Cuando la eliminación de calcio es muy alta, debido a que se han ingerido grandes cantidades de proteínas, parte del calcio puede quedar acumulado en forma de piedras en los riñones.
# 5.- Bajo rendimiento laboral o académico
Es frecuente que la obsesión por el músculo y la prolongada estancia en el gimnasio vayan de la mano de una vida social inexistente, así como de bajo rendimiento laboral o académico.
# 6.- Problemas de salud a largo plazo
Las personas con vigorexia suelen sufrir pequeñas lesiones crónicas en zonas localizadas como la columna vertebral, hombros, codos, rodillas, tobillos o cadera. Este desgaste físico es similar al de los deportistas de élite que han dedicado gran parte de su vida a competiciones de alto rendimiento.
A menudo, la obsesión patológica por ganar músculo y que éste sea muy voluminoso lleva a las personas que sufren vigorexia al consumo de sustancias peligrosas para la salud como los esteroides y los anabolizantes. Estos productos acarrean graves efectos secundarios como problemas cardíacos, vasculares, disfunción sexual, ginecomastia o enfermedades crónicas renales.
Tratamiento de la vigorexia
El objetivo del tratamiento debe centrarse en modificar la conducta y la percepción distorsionada que el paciente con vigorexia tiene sobre su propio cuerpo.
Lo esencial es lograr que el paciente reconozca que tiene un problema y que quiere hacer algo para solucionarlo. La obsesión por el músculo se trata actualmente como cualquier síndrome dependiente o adicción.
Al igual que sucede con el tratamiento de otros trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia, aquí también es necesario emplear un equipo multidisciplinar: médicos, fisioterapeutas, psiquiatras, psicólogos, endocrinos, nutricionistas y enfermeras.
Las principales líneas de acción en el tratamiento del trastorno vigoréxico son las siguientes:
- Estabilización de los parámetros médicos alterados por el abuso de esteroides anabólicos o la malnutrición. La gravedad del trastorno será lo que determine el cuadro clínico y su evolución. El consumo regular y prolongado en el tiempo de anabolizantes para incrementar el volumen de masa corporal o de esteroides derivados de la testosterona, produce daños graves a nivel hepático y renal, aumentando la tensión e incluso el riesgo de sufrir un infarto, así como problemas de infertilidad tales como atrofia testicular en los hombres y alteraciones en el ciclo menstrual en la vigorexia femenina, y mayor riesgo de padecer problemas de corazón.
- Tratamiento de lesiones que se hayan producido en esta dinámica extenuante de entrenamiento. Con el fin de maximizar el tiempo de entrenamiento, se prescinde de calentamientos previos o de los estiramientos musculares posteriores. Es habitual que el cuerpo se haya trabajado con intensidad aun en contra de su constitución y mediante técnicas no adecuadas sobre todo en ejercicios de fuerza, lo que puede originar hernias o roturas de tendones con cierta facilidad.
- Establecer unos parámetros saludables de nutrición y un patrón de ejercicio saludable con el que la persona disfrute. Para ello es fundamental contar con la ayuda de amigos y familiares para que el paciente se sienta apoyado por su entorno afectivo durante este ajuste de su actividad física y que al mismo tiempo estén atentos de que la persona los cumpla. Es también recomendable contar con la ayuda de una entrenador personal que reeduque a la persona con vigorexia para que respete los calentamientos previos y los estiramientos posteriores a la práctica del ejercicio y, sobre todo, evitar el sobreentrenamiento.
- La atención psicológica con el fin de mejorar la autoestima y que ésta no esté mayoritariamente influenciada por la apariencia física o estética.
- En algunos casos, el trastorno vigoréxico es tan grave que puede ser necesario recurrir a los fármacos.
- Recurrir a la psicoterapia para que la persona con vigorexia pueda superar su tendencia al perfeccionismo obsesivo.
- Ampliar el horizonte de intereses, haciéndole descubrir otras actividades igualmente gratificantes y reducir el número de horas dedicadas a la práctica de ejercicio sustituyéndolas por otras actividades de su agrado.
- Mejorar las relaciones con otras personas, para que se vuelvan a sentir incluidos en la sociedad y adquieran nuevos hábitos y aficiones.
NOELIA BALLESTEROS
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