En líneas generales y siempre supeditado a las diferencias en cada caso, el perfil psicológico del maltratador suele coincidir con un hombre que, pese a las apariencias, es inseguro, con una notable falta de autoestima, con problemas para aceptar la frustración, con restricción emocional (es decir, niegan su área emocional por considerarla signo de debilidad; nunca hablan de sus emociones) y con una total dependencia de la pareja, la única que le da sensación de poder.
En la inmensa mayoría de los casos, el perfil del maltratador no responde al de un enfermo mental, porque su ira no se explica por ningún problema de índole orgánico (pese a que hay numerosas teorías que apuntan en esta dirección).
El perfil del maltratador tampoco tiene por qué coincidir con el de un hombre que fue niño maltratado o víctima de maltrato. Aunque no debemos olvidar que la violencia es una conducta aprendida. El proceso a través del cual el hombre aprende que la violencia es útil para resolver problemas cotidianos, para vencer sus frustraciones, comienza con probabilidad en la primera infancia.
¿Cuál es la diferencia?, ¿por qué hay tantas personas que aún creen que el maltrato se debe a una enfermedad mental? Una de las claves a estas preguntas radica en la descripción de la situación en que se desarrolla el maltrato.
Si la violencia es como consecuencia de una enfermedad mental basada en una estructura de delirios, pensamientos ciertos para quien los padece y sin posibilidad de razonarlos, el hecho mismo de golpear sería una respuesta a esos delirios por lo que, mientras golpea, no siente la culpa o el remordimiento. La mujer explica, entonces, que ve a su agresor como alguien frío, que le ha hecho daño sin decir palabra (o palabras inconexas relacionadas con el delirio) y que luego no pide perdón. Esto, como ya hemos señalado, ocurre puntualmente y en casos excepcionales.
El resto de agresores, la gran mayoría, mientras golpea, está verbalizando justificaciones en forma de insultos o de excusas, de que le han provocado. Posteriormente, tienden a pedir perdón y compensar a su pareja de formas diferentes. Este hecho nos hace ver que el agresor tiene conciencia o remordimiento o dejémoslo solo en miedo a las consecuencias de sus actos. Por lo tanto, es capaz de razonar y eso implica que no tiene una enfermedad mental.
Intervención psicológica con el maltratador
Si estamos de acuerdo en que la violencia es una conducta aprendida, estaremos de acuerdo, pues, en que se puede y se debe intervenir de cara a reaprender nuevas formas de comunicación. A este respecto, el debate está servido. Las medidas de castigo empleadas a través de diferentes políticas de actuación en materia de maltrato doméstico no son efectivas. O, al menos, no lo son sin un proceso de intervención continuo que las acompañe. Para que la intervención con el maltratador sea efectiva, debe ser muy individualizada (pese a que muchas técnicas se lleven a cabo en forma de grupo). Debemos comenzar por analizar el esquema mental del agresor: ¿qué valores o principios le rigen en su forma de pensamiento?, ¿qué habilidades personales tiene?, ¿cuál es su experiencia personal con la violencia, con las figuras de apego en su infancia?, ¿cómo es su nivel de autoestima?, etc. Es importante que el profesional sepa crear un conflicto en el propio maltratador. Esto generará el enganche de cara al proceso de intervención.
Nuestra experiencia nos indica que el nivel de éxito en la intervención viene determinado por dos factores principales del perfil del maltratador: la edad del agresor y su nivel cultural (que no socioeconómico). Cuanto más joven es y mayor nivel cultural (o mayor capacidad de flexibilizar su pensamiento estanco), mayor probabilidad de éxito hay en la rehabilitación del maltratador.
GRACIA SÁNCHEZ
Psicóloga especializada en violencia doméstica
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Totalmente de acuerdo con el comentario de Xrisis. Además yo añadiría que hay un tipo de mujer, afortunadamente, no todas, pero hay una clase de féminas que su objetivo es utilizar el matrimonio como un negocio de lo más rentable :
1º Consiguen enamorar y casarse con algún bobo en régimen de gananciales.
2º Consiguen hipotecarse o comprar un piso.
3º Hacen todo lo posible para quedarse embarazadas y tener al menos un hijo y, a partir de ahí, se las ingenian para ir separando al hijo o los hijos del marido; someten a los hijos al conocido síndrome de alienación parental . Una vez que tienen todo «a punto de caramelo», es el momento de pasar a la acción con el siguiente paso.
4º Piden el divorcio o lo provocan.
Resultado: Los jueces, y más si son juezas, dejan a la ‘sufrida’ mamá y ‘víctima’ con la guardia y custodia de los hijos y con lo que la mujer perseguía desde un principio: el uso y disfrute de la vivienda conyugal. Además, habitualmente hay una pensión compensatoria para ella y pensión alimenticia para los hijos, y todos los bienes y ahorros habidos durante el matrimonio divididos al 50%. Al hombre le dan la «patada»: lo dejan sin casa y con el sueldo totalmente mermado, además tendrá que pagarse un alquiler o , si puede, hipotecarse de nuevo, con lo que tendrá que estar pagando dos hipotecas en muchos de los casos. Estos casos son totalmente reales y frecuentes. ¿Eso no es maltrato de género contra el hombre? ¿Dónde está el 016 para el hombre? Dicho esto, comprendo que hay verdaderos maltratadores que, en algunos casos, son psicópatas. ¡Justicia para todos, por favor! No solo para las mujeres.
Yo soy una mujer y dos monstruos de hombres me hicieron eso y muchísimo más. No sólo me maltrataron a mí, sino a mis hijos. Con pasar 120 euros arreglaron y me lo robaron todo. Nos maltrataron, nos intentaron matar, hicieron que perdiese el trabajo y malograron a mis hijos en compañía de sus asquerosas familias.
Esto se refiere a hombre y mujer pues habla de la conducta en sí no de sexos.
Punchunella: respecto a tu percepción de «es lo que tiene la perversión de la ideología feminista». No se trata de que creamos que la violencia SOLO la viven las mujeres, el problema radica en que como tu mismo mencionas el contexto y la estructura social avala y sobre todo reproduce formas de violencia hacia la mujer. Mira a tu alrededor. Los medios y la estructura que tú mencionas relegan a las mujeres. ¿Por qué es difícil aceptarlo? Acaso no se sigue considerando que, por ser mujer, no tienes las mismas condiciones de acceso a un trabajo cuando estás en edad fértil. O que el 75% de las mujeres en el mundo recibe un salario inferior a un hombre. O que si tienes hijos no tienes las mismas posibilidades de encontrar un trabajo. O que por ser mujer se te impregne un estereotipo de sumisión y belleza. O que porque te vistes de manera linda y sexy significa que deban andar chiflándote y diciéndote cosas indeseables en la calle. Eso se llama opresión y es sistemática hacia la mujer todos los días, en cada aspecto de la vida profesional, familiar y, por qué no decirlo, de la vida pública que lleva la mujer. Que, por ser libre y tomar decisiones sobre su cuerpo y sexualidad, la llaman puta y otras ‘lindezas’. Eso existe y se llama violencia sistemática hacia la mujer por el hecho de ser mujer. Si no las has percibido, no sé en qué mundo estarás viviendo. Sería bueno que, antes de mencionar tus percepciones sobre lo que implica el feminismo, cojas un libro de esos básicos de Simone de Beauvoir u otros. Y entonces comprenderás lo que busca el feminismo y sus bases teóricas antes de nombrar algo que no entiendes. Porque, de lo contrario, tu percepción es una perversión sobre la realidad y el feminismo.
Xrisis: es lo que tiene la perversión de la ideología feminista, que ha impregnado a las organizaciones de ideologías de izquierda. Lo que vende políticamente es lo que se impone culturalmente. Psicópatas hay en todas partes, tanto hombres como mujeres, niños o ancianos. La psicopatía es una magnitud mensurable por lo que no todos los psicópatas llegan hasta el límite del asesinato compulsivo. Les basta con robar, maltratar, acosar, convertirse en políticos o empresarios… Es el contexto sociocultural, de tolerancia o intolerancia a quien incumpla las normas sociales, legales y éticas, el que propiciará que estos personajes causen más o menos daños dentro o fuera de la ley, ¡sean hombres o mujeres, niños o ancianos!
La descripción que ha hecho de la situación en que se desarrolla el maltrato la vivo varias veces por semana con mi hijo. Aunque nunca me ha pegado, sí ha roto objetos delante de mí con rabia, insultándome y llegando a humillarme con vejaciones verbales. No sé hasta cuándo podré aguantar porque la única solución que me dan es denunciarlo y pedir alejamiento por violencia doméstica, pero no creo que esto ayude a mi hijo. Acaba de cumplir 18 años.
Su hijo y probablemente usted necesitan la ayuda de un profesional de la psicología, en especial su hijo para saber encauzar sus emociones de otro modo (por ejemplo, ‘descargar’ sus tensiones haciendo algún deporte) y aprender a aceptar las frustraciones de la vida.
¿Y las mujeres maltratadoras? ¿También está el artículo sobre qué necesita un hombre maltratado? No, disculpe, seguramente eso es solo asunto de risas. También podría hacer un artículo sobre hombres arruinados y encarcelados por la forma en que las mujeres se aprovechan de las leyes para manipular y amenazar. ¡Gracias!