Todo el mundo se siente capacitado para hablar sobre la depresión y, en muchos casos, se atreven incluso a dar indicaciones de lo que es adecuado o no. Por ejemplo, si estamos en una tertulia de amigos o familiares y alguien indica que en esos momentos está padeciendo una depresión, cada uno de los miembros el grupo tiende a sugerir sus recetas mágicas para la solución: “Todo depende de tu voluntad”, “sería bueno que cambiaras de trabajo”, “estás así porque quieres”, y un largo etcétera de mitos sobre la depresión que no son ciertos.
Esto no ocurre en otros temas de la vida cotidiana o de la salud: si un cardiólogo explica cómo ha realizado un by-pass a uno de sus pacientes, a nadie se le ocurre indicar otras posibles salidas a esa patología; o si un ingeniero de caminos describe cómo debe ser la estructura de un puente, nadie se atreve a contradecirle. En estos últimos casos, los asistentes respetan el criterio profesional del cirujano o del ingeniero. Sin embargo, sobre la depresión y la manera de salir de ella, todos nos sentimos con capacidad de opinar, aunque en la mayoría de los casos se parte de creencias erróneas.
Sobre la enfermedad depresiva se han ido generando unas ‘leyendas urbanas’ que, de tanto repetirlas, parece que fueran verdaderas. Entre esos mitos sobre la depresión que existen en la cultura occidental indicamos los siguientes:
#1.- La depresión se puede vencer solo con la voluntad
Vivimos en una cultura del esfuerzo y la voluntad, y por tanto pareciera que también la enfermedad depresiva se superará si nos lo proponemos. Pero esto no es así, por la sencilla razón de que esta enfermedad es un trastorno del sentimiento y de la emoción, no de la voluntad. Se precisa, pues, un cambio de actitud ante nosotros y ante la propia existencia para que se produzca el bienestar. Al menos en la fase aguda de la enfermedad, la voluntad poco importa. Por eso, mi consigna en esos momentos de la enfermedad, donde la sintomatología está activa, es que el paciente haga lo que más le satisfaga: estar en la cama, no salir, etc. Después, en la fase de continuación y de mantenimiento, la consigna será otra, y aquí sí es necesario el esfuerzo, de forma progresiva, para superar la depresión.
# 2.- Solamente se deprimen los débiles
La enfermedad mental, y en concreto la enfermedad depresiva, no es patrimonio de los timoratos o las personalidades con pocas habilidades sociales. Esta enfermedad es multifactorial (participan factores genéticos, psicológicos y sociales), y además no es el sumatorio de varias circunstancias, sino que se deben dar las condiciones para que estas interrelacionen y posibiliten la depresión. Padecer una depresión es un proceso complejo que no se puede simplificar diciendo: “Tú estás así porque eres débil”.
# 3.- Las personas se deprimen para conseguir cariño, cuidados…
Es evidente que toda enfermedad, y la depresión no es la excepción, proporciona ‘beneficios’ secundarios (atención, cuidados, etc.), pero no podemos poner el énfasis en lo que se consigue, pues el sufrimiento es inmenso. De la misma manera que a nadie se le ocurre decir: “Pepita ha tenido un infarto para recibir la atención de sus hijos”. No podemos negar que la persona que padece una depresión provoca en su entorno más cuidado y manifestación de cariño (al menos al inicio de la enfermedad), pero es evidente que ese será un ‘efecto colateral’ de la enfermedad, pero no el objetivo principal del paciente.
# 4.- No se puede hacer nada para superar la depresión
Las personas que afirman esto (aunque no estén clínicamente diagnosticadas de depresión) es que tienen un ‘talante depresivo’, que les lleva a contemplar el mundo con las ‘gafas negras’, y naturalmente todo lo ven oscuro.
La realidad es que la enfermedad depresiva tiene diversos abordajes (farmacológico y psicoterapéutico, principalmente), y lo importante es encontrar el tratamiento que nos lleve a la sanación. Siempre podremos intentar modificar nuestra propia imagen y cómo vivimos nuestro día a día.
# 5.- Nadie me puede ayudar a salir de la depresión
Es otra postura extrema y falsa. Es cierto que en los graves cuadros depresivos (depresión mayor) será precisa la intervención de profesionales de la salud mental (psiquiatras y/o psicólogos, principalmente), pero también es cierto que el entorno donde vive el paciente (familia, amigos, vecinos, escuela, etc.) será un factor decisivo para neutralizar la depresión o, por el contrario, favorecerá su aparición.
# 6.- Quienes se deprimen son las mujeres
Es cierto que se diagnostica a más mujeres con una enfermedad depresiva leve (dos mujeres por cada hombre), pero en las depresiones graves los porcentajes se igualan.
Además, en nuestra cultura, la mujer pide más ayuda que el hombre: por ejemplo, a la consulta del médico general acuden tres mujeres por cada hombre. La mujeres, pues, tienen menos pudor en pedir ayuda, y por eso se diagnostican más enfermedades como la depresión en la población femenina.
# 7.- La depresión es la antesala de la locura
Aunque es cierto que existen depresiones psicóticas que se encuentran en el filo de la locura, la mayoría de los cuadros depresivos tienen una estructura neurótica, lo que les aleja del riesgo de una alienación del yo.
# 8.- La depresión en el anciano es normal y el joven nunca se deprime
Ambos asertos son falsos. La realidad es que también se describen episodios depresivos en jóvenes, en adolescentes e incluso en niños, aunque con manifestaciones clínicas diferentes (bajo rendimiento académico, quejas somáticas, etc.).
Por otra parte, en las reuniones familiares, cuando se dialoga sobre la situación del padre o de la madre de más de 80 años de edad, es frecuente oír comentarios como este: “Es normal que esté deprimido, pues ya es muy mayor”. ¡Pero la depresión no está vinculada necesariamente a la edad! Hoy, que tanto se defiende el “envejecimiento activo”, hemos de potenciar las posibilidades reales que el anciano tiene, que en la mayoría de los casos son muchas.
ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA
Psiquiatra. Profesor en Centro de Humanización de la Salud. Exprofesor de Psicopatología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Comillas
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