La infertilidad es un problema que va en aumento en las sociedades occidentales. Una de las principales causas tiene que ver con la tendencia a posponer la búsqueda del primer hijo a edades más avanzadas por motivos económicos o de realización profesional.
La incapacidad para concebir por métodos naturales trae consigo una importante carga de secuelas psicológicas a la pareja. En el caso de la mujer, la frustración por no poder tener un hijo suele ser más acusada que en el hombre. Esto se explica por la tradicional identificación de la mujer con la maternidad. De hecho, muchas mujeres siguen considerando la maternidad como la cima de su realización personal.
La intensidad del impacto emocional de un diagnóstico de infertilidad será diferente según los recursos psicológicos que posea la persona afectada, pero los sentimientos y los trastornos que se generan suelen ser bastante comunes.
Infertilidad en la pareja y sus consecuencias psicológicas
# 1.- Un problema de esterilidad supone, en primer lugar, un duro golpe para la autoestima personal. Sentimientos de inferioridad o de culpa son frecuentes en las parejas con problemas de fertilidad. La imagen que tienen de sí mismas se ve muy afectada cuando sienten que no pueden expresar su feminidad o masculinidad debido a sus dificultades para procrear.
# 2.- El contexto familiar y social puede agravar los sentimientos negativos, puesto que los problemas para concebir suponen un estigma social. Preguntas reiterativas de familiares cercanos sobre cuándo van a tener hijos o comentarios desafortunados sobre que se les “está pasando el arroz” no hacen más que estresar a la pareja. Además, paradójicamente, se puede producir el círculo vicioso de que sean las propias circunstancias estresantes que rodean a la pareja las que les imposibiliten lograr el embarazo.
# 3.- Para protegerse de un mayor sufrimiento, a menudo se producen conductas evitativas, de manera que la pareja se aísla de la familia y de los amigos. Asimismo, evitan pasar cerca de lugares que recuerden su incapacidad para ser padres tales como los parques, colegios, guarderías, piscinas, cines, etc. Este aislamiento social y la falta de apoyo familiar se relaciona directamente con una mayor incidencia de trastornos psicológicos.
# 4.- Más del 50% de las personas afectadas por esterilidad sufren algún trastorno depresivo o de ansiedad. Además, cuando no se puede determinar con precisión cuáles son las causas de la infertilidad, es muy posible sufrir algún episodio de angustia. Estos trastornos se pueden poner de manifiesto como un sentimiento de gran tristeza, agobio, tendencia al llanto o a la soledad, pérdida de apetito y alteraciones en los hábitos de sueño (insomnio o hipersomnia).
Si una persona se encuentra en esta situación y siente que no puede manejar estas emociones que pueden llegar a generar mucho sufrimiento, lo mejor es recurrir a la ayuda de un buen profesional de la psicología. Y mejor si este profesional está especializado en los procesos de embarazo, maternidad, infertilidad femenina, esterilidad masculina y reproducción asistida.
# 5.- Por otra parte, el estrés, la tristeza, la desesperanza o los cambios de humor y la irritabilidad que se derivan de los problemas de fertilidad van a afectar a la pareja. En el ámbito de la sexualidad, es muy probable que se produzca una disminución de la lívido y de la atracción sexual en la pareja. Si han iniciado un programa de reproducción asistida, las relaciones sexuales estarán programadas y, mentalmente, la pareja se autoimpondrá un único objetivo: la concepción. En este contexto estresante y poco espontáneo es posible que el hombre pueda sufrir episodios de eyaculación precoz o disfunción eréctil y la mujer, anorgasmia o dispareunia.
Superar el impacto emocional de la infertilidad
Una vez se produce el diagnóstico de infertilidad, casi todas las parejas suelen pasar por las mismas fases del proceso de adaptación a la nueva situación. Algunas personas reaccionan de manera más rápida y otras necesitan más tiempo para asimilar la noticia, pero en general las etapas por las que transitan son las siguientes:
# 1.- Fase de shock
Es probable que durante muchos años hayan estado utilizando métodos anticonceptivos para evitar el embarazo y, ahora que lo desean, descubren de golpe su incapacidad para concebir por métodos naturales. Es muy habitual quedarse paralizado por el impacto de la noticia.
# 2.- Fase de negación
Como es muy difícil aceptar la infertilidad, es habitual que la pareja piense que se trate de un fallo en el diagnóstico y consulten con otros especialistas con la esperanza de que así sea. No pueden creer que el problema vaya con ellos.
# 3.- Fase de rabia
Cuando se confirma el diagnóstico, el enfado se apodera de la pareja. Consideran que “no es justo” que eso les pase precisamente a ellos, que tantas ganas tienen de ser padres. Se preguntan: “¿por qué a nosotros?”.
# 4.- Fase de culpabilización
En esta etapa de asimilación, la pareja experimenta sentimientos de enfado con sus propios cuerpos por no poder concebir el hijo que con tanta ansia desean. El miembro de la pareja que tiene el problema de fertilidad suele sentir una gran impotencia y un sentimiento de culpa. En el caso de que sean los dos miembros de la pareja quienes tengan problemas para concebir, es frecuente que ambos se culpabilicen el uno al otro bajo un fuerte sentimiento de frustración.
# 5.- Fase de negociación y aceptación
La pareja asume que tiene un problema de esterilidad y que su solución compete a ambos. Surge entonces la búsqueda activa de soluciones como pueden ser las técnicas asistidas de reproducción humana, la adopción o los programas de acogida.
DOLORES VELÁZQUEZ
Psicoterapeuta
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