¿Qué es la bulimia? Es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por comer grandes cantidades de alimentos en poco tiempo, es decir, atracones seguidos casi siempre por métodos compensatorios inapropiados, que pueden ser purgativos (vómitos, laxantes, diuréticos…) o no purgativos (ayuno, ejercicio excesivo…) para evitar la ganancia de peso.
Se acompaña, además, de un intenso sentimiento de culpa y de desprecio hacia uno mismo. La bulimia supone un grave peligro para la salud de aquellas personas que lo padecen.
Influencia de la sociedad y cultura actual en la alimentación
Existe en la sociedad actual una marcada «cultura de la delgadez» que tiende a considerar la «dieta sana» a aquella baja en calorías y «un cuerpo sano» a aquel carente de grasa.
Los medios de comunicación y nuestra propia cultura han establecido la idea colectiva de que para ser aceptados socialmente debemos estar delgados, convirtiendo así la delgadez en un sinónimo de belleza y éxito social.
La publicidad nos envía mensajes interesados como el consumo de productos calificados como «light» o «diet«, el uso de productos anti-celulíticos para alcanzar cuerpos perfectos con el que gustarle más al sexo contrario o la obligatoriedad de usar una «talla XS».
Principales factores de riesgo para sufrir bulimia
Existen varios grupos más proclives a caer en la bulimia:
#1.- Ser adolescente
La adolescencia constituye una etapa delicada en la vida en la que se es sumamente influenciable debido a los constantes cambios que experimentan los jóvenes.
Normalmente los adolescentes se enfrentan a serias dificultades para encontrar su ‘lugar en el mundo’ y aclarar su vocación profesional, por lo que necesitan empezar a mostrarse independientes. Además, en esta etapa de la vida, se producen profundas evoluciones emocionales y fisiológicas.
Se estima que entre un 3 y un 10 por ciento de los adolescentes (en especial, las chicas) sufren bulimia, en mayor o menor grado.
#2.- Ser mujer
Hay más mujeres que hombres que se sienten insatisfechas con su físico o su peso. Muchas se sienten gordas, aún sin estarlo, y quieren perder peso. Gran parte de este sentimiento de insatisfacción proviene de la exigencia social a la mujer de mostrarse bella, lo que en nuestra sociedad actual de consumo se ha convertido en un sinónimo de delgadez.
#3.- Estar a dieta de manera habitual
Hacer dieta aún cuando su peso sea normal o incluso esté por debajo de lo saludable, ya que las personas obsesionados por el peso y la figura son más propensas a padecer este tipo de trastornos.
Las personas bulímicas pueden incluso sufrir ataques de pánico ante la posibilidad de engordar y se preocupan por el número de calorías que contiene cada alimento que consumen.
#4.- Tener aficiones o aspiraciones que exijan estar muy delgado
Un claro ejemplo de este caso son los adolescentes que pretenden ser modelos, bailarinas, atletas, gimnastas, etc. Tener que cuidar tanto la dieta aumenta las posibilidades de aparición de un trastorno alimentario.
#5.- Tener una familia muy preocupada por la estética
Crecer en una familia donde la imagen externa es lo fundamental, donde la figura o el peso corporal ocupan un lugar predominante en las conversaciones de los adultos, hacen que la apariencia puede convertirse en una obsesión.
Es por ese motivo que los adolescentes interpreten que para que les quieran y acepten en su familia deben tener un determinado físico, olvidando que existen otros aspectos de su personalidad que son lo que realmente los hacen valiosos.
#6.- Haber padecido anteriormente anorexia
Ambos trastornos son compatibles y pueden afectar a la misma persona de manera alternativa, ya que sólo se diferencian en el modo de comportarse ante la comida. Mientras la persona anoréxica se muestra siempre restrictiva con la comida, aquella que padece bulimia alterna atracones con dietas radicales, ayuno, ejercicio físico extenuante o consumo de medicamentos purgativos.
La constatación de que existen vasos comunicantes entre ambos trastornos alimentarios es que la mitad de los casos de anorexia desembocan en casos de bulimia.
#7.- Ser una persona insegura o con baja autoestima
Otro grupo proclive a padecer bulimia está constituido por las personas con predisposición a los sentimientos de fracaso o inutilidad, ya que existe relación entre la insatisfacción personal y la corporal.
De ahí que muchos jóvenes inicien una dieta con la esperanza de resolver sus problemas e inseguridades pensando que si alcanzasen un peso ideal serían mucho más felices.
Es conveniente distinguir entre lo que es cuidarse para tener una apariencia agradable y la lucha desesperada por llegar a un peso determinado que resuelva «mágicamente» todos nuestros problemas.
#8.- Tener una personalidad caótica o desordenada
Ser una persona inconstante o emocionalmente inestable con frecuentes cambios de humor (euforia, tristeza, irritabilidad…) es otro factor de riesgo, ya que es fácil trasladar esa falta de control en otras áreas como el comportamiento a la alimentación.
#9.- Ser demasiado perfeccionista
Las elevadas aspiraciones llevadas al extremo pueden crear una permanente sensación de insatisfacción con todo lo que se hace. Además las personas muy perfeccionistas están muy sometidas a las normas sociales y más pendientes de cumplir los deseos de los demás que de los suyos propios.
Es por eso que pueden mostrar una excesiva sumisión a estereotipos de la moda y dar una total credibilidad a los medios de comunicación y a sus mensajes relacionados con la belleza, el peso y la figura.
Síntomas de la bulimia
Existen algunos síntomas comunes que indican que una persona tiene bulimia:
- Vómitos provocados, de manera que se pueda comer lo que se desee sin engordar. Con este comportamiento, se inicia un círculo vicioso, ya que los vómitos provocan la necesidad de comer y una vez que se come, se recurre al vómito.
- Uso de laxantes y diuréticos, así como otros medicamentos para bajar de peso.
- Hacer ayuno o ejercicio físico excesivo para compensar la ingesta de comida.
- Almacenar y esconder comida para tomarla sin levantar sospecha en las fases en las que se producen los atracones.
- Tener una imagen corporal distorsionada de uno mismo y tomar el cuerpo como algo que se puede moldear a voluntad.
- Mostrar ansiedad, ya que la ansiedad está presente en las conductas bulímicas, tanto en la fase previa al atracón como después, antes de las conductas de purga.
Señales que nos alertan de que alguien tiene bulimia
Existen algunas señales de alarma que pueden indicar que una persona tiene bulimia.
#1.- Pérdida de vida social o aislamiento
Observa si tu hijo busca estar solo. De todas formas, no te alertes excesivamente si esto sucede. Es la combinación de la tendencia al aislamiento con otras señales la que te debe preocupar. Los jóvenes se encuentran tan inmersos en sus propios problemas que a menudo se aíslan de todo aquello que les rodea: no ven a sus amigos, pierden interés en cosas que antes les gustaban, no quieren hacer cosas propias de su edad, etc.
#2.- Alternar consumo de comida de bajo valor calórico con otros muy calóricos
Observa si tu hijo se muestra reticente a comer pan, dulces y pastas. O, por el contrario, si convierte el preocuparse por comer sano en casi una obsesión, de manera que solo acepta tomar ensaladas, alimentos hervidos o a la plancha.
Además, fíjate si alterna épocas en las que consume comida hipocalórica con otras en las que abusa de todos los alimentos que consideraba «prohibidos» en exceso o de manera compulsiva.
#3.- Consumir comida a escondidas
Observa si falta comida en casa o si mantiene comida almacenada en su habitación.
Las personas que padecen de bulimia lo mantienen oculto durante meses e incluso años ante la ignorancia de los familiares y amigos, debido a la vergüenza y al sentido de culpabilidad.
#4.- Evitación de las comidas sociales
Observa si evita asistir a comidas familiares, cumpleaños de compañeros de clase… bajo cualquier pretexto.
Las personas con este tipo de trastorno de la alimentación prefieren no comer con gente e incluso aprovechan aquellas horas en las que no coinciden con familiares.
#5.- Negación de la pérdida de peso o considerarla insuficiente
Las personas con bulimia se muestran desencantados con su cuerpo y sienten terror ante la perspectiva de subir de peso o desean de manera compulsiva perderlo. En el caso de las chicas, las zonas que menos les convencen son muslos y caderas. Para los chicos, lo que más les preocupa es la barriga.
Es necesario remarcar que al contrario de lo que sucede con la anorexia, que supone una pérdida alarmante de peso, con la bulimia se puede mantener un peso normal, ya que los atracones pueden compensar la escasez de alimentos. De ahí que sea menos visible y más difícil de detectar.
Consecuencias de la bulimia
Los efectos de la bulimia en la persona van a venir determinados por la gravedad y duración de los síntomas así como de los tratamientos recibidos.
En términos generales, ya que la malnutrición afecta tanto al organismo como al funcionamiento cerebral, podemos hablar de debilitamiento general, así como de cansancio físico e intelectual, apatía, fatiga, irritabilidad y cambio del ritmo del sueño, pérdida del rendimiento laboral o escolar y abandono del cuidado de la persona.
#1.- Problemas de salud
- Problemas gastrointestinales (desnutrición, pancreatitis aguda, distensión abdominal, estreñimiento debido a una dieta inadecuada y pobre en fibra, úlceras esofágicas o gastritis por la acidez del vómito, roturas esofágicas debido al esfuerzo que se hace al provocar el vómito).
- Problemas cardiovasculares (bradicardia o baja frecuencia cardíaca, hipotensión, arritmias).
- Problemas renales debidos al abuso de diuréticos.
- Problemas óseos (osteoporosis).
- Problemas dentales (dentaduras muy deterioradas debido a la erosión del esmalte por culpa de los ácidos del estómago al vomitar, caries dentales o erosiones en los dientes).
- Problemas dermatológicos (pieles agrietadas o secas).
- Molestias musculares (calambres, atrofias).
- Problemas ginecológicos (alteraciones en los ovarios, atrofia mamaria, falta de la regla o irregularidades en el ciclo menstrual).
- Otros problemas (anemias prolongadas, cabello lacio y frágil, uñas quebradizas, marcas de dientes en los nudillos de las manos).
#2.- Problemas de conducta
- Depresión, cambios humor, agresividad.
- Dificultad de concentración, lo cual provoca una disminución del rendimiento escolar y laboral
- Obsesión por la comida, que se convierte en el eje central de sus preocupaciones desatendiendo otros aspectos que antes le resultaban de interés.
#3.- Problemas en el entorno familiar
- Salidas frecuentes de casa con el fin de evitar a la familia.
- Mentiras innecesarias para justificar su comportamiento y sus oscilaciones de peso.
- Irritabilidad ante cualquier muestra de preocupación.
Tratamiento de la bulimia
Para el tratamiento de la bulimia es necesario emplear un equipo multidisciplinar: médicos, psiquiatras, psicólogos, endocrinos, nutricionistas, enfermeras y ginecólogos.
El proceso de recuperación debe incluir la psicoterapia, los psicofármacos, el tratamiento nutricional y la solución de las complicaciones físicas que hayan aparecido a raíz del trastorno alimentario.
Suele tratarse de un tratamiento bastante prolongado, ya que a menudo hacen falta 4 o 5 años para tratar la bulimia.
Puede ser positivo contactar con asociaciones que puedan asesorar a los familiares de las personas bulímicas a través de psicólogos y médicos expertos que colaboren con esas entidades.
También conviene participar en grupos de autoayuda para compartir experiencias con otras personas que han padecido la misma enfermedad y aprender de sus testimonios sobre cómo ellas afrontaron y superaron la bulimia.
#1.- Alcanzar un peso corporal adecuado
Es sumamente importante para un bulímico tratar de regular el peso corporal para superar la malnutrición. Ésta debe ser la primera de las metas a alcanzar.
En una primera fase, puede ser necesaria recurrir a la hospitalización si existe un riesgo para su vida debido a una desnutrición desmesurada con el único objetivo de la realimentación.
Hay que remarcar que, cuanto mayor sea el peso logrado por el paciente al alta, menor será la probabilidad de recaída, por ello a veces los ingresos suelen ser prolongados.
#2.- Intentar que el paciente colabore en el tratamiento
No es habitual que el paciente quiera curarse, ya que padece distorsiones en su percepción corporal, aunque estén bajos de peso, lo cual influye en su voluntad a la hora de colaborar.
Es posible tratar de convencerlo dándole información acerca de lo que padece y de cómo eso influye en su estado anímico. Se debe hacerle entender que no es «culpable» de lo que le pasa y explicarle en qué consiste la terapia a realizar.
Es fundamental que nos vea como aliados y no como enemigos que queremos hacer que engorde a cualquier precio.
#3.- Reeducar sobre la nutrición y corregir los pensamientos erróneos
Inculcar una nutrición saludable y sana de acuerdo a patrones de alimentación adecuados.
Mantener unos horarios para las comidas y repartir de manera fraccionada la ingesta de alimentos a lo largo del día para evitar atracones que luego den lugar a conductas compensatorias.
Insistir sobre la necesidad de que se tomen una gran variedad de alimentos y su cantidad.
Es importante no perseguirles para que coman y actuar de forma empática y escuchar sus preocupaciones (relaciones sociales, sentimientos de soledad, autoestima, etc.)
#4.- Tratar las complicaciones psiquiátricas asociadas
Aunque en un primer momento del tratamiento se habla mucho de comida y lo único que la persona bulímica ve es que no le dejan comer lo que le apetece, según se va avanzando empiezan a aparecer nuevos síntomas: baja autoestima, dificultades en las relaciones sociales, dificultad en aceptarse a una misma, miedo a crecer, temor a fracasar, etc.
Ahora que su vida ya no corre peligro, es el momento de abordar psicológicamente este tipo de conflictos, que en el fondo son los causantes del trastorno alimentario.
#5.- Favorecer la colaboración de la familia y de la escuela
Es conveniente hablar con padres y profesores para que asuman un compromiso activo, ya que la familia y los centros escolares son claves en la prevención de la bulimia. Son los ámbitos donde se presentan los primeros síntomas y, por tanto, donde se pueden detectar y prevenir, por ello es muy importante fomentar la calidad de las relaciones dentro de la familia, y entre profesor y alumnos.
Los padres y los profesores deben informar a sus hijos y a sus alumnos sobre los peligros de los prejuicios sobre el aspecto físico y lo inadecuado de ciertos mensajes de los medios de comunicación. Deben alertar sobre los mensajes que, a través de anuncios y revistas principalmente dirigidas al público femenino adolescente, potencian e inducen a una figura extremadamente delgada mediante dietas anómalas para alcanzar ‘el éxito y la felicidad’. Hay que ayudarles a que sean lo más independientes posible de la presión social y enseñarles lo que no es bueno ni sano.
A veces los padres buscan soluciones por su cuenta antes de recurrir a los profesionales de la salud y la psicología. Tratan de persuadir suavemente a sus hijos para que coman y, ante la negativa de estos, estallan violentamente producto de su frustración.
Otras veces no prestan la suficiente atención al problema, porque piensan que ya se le pasará al hijo o la hija, o que son cosas de la edad.
Finalmente hay padres adoptan una actitud alarmista que hace que los hijos les manejen a su voluntad convirtiéndose en el centro de atención de la casa.
Una de las principales tareas de los profesionales de la psicología o de la terapia familiar es ayudar a los padres para que no se sientan «culpables» por el trastorno alimentario de su hijo.
#6.- Prevenir las recaídas
Cuando aparecen señales de recaída, el paciente siempre debe contactar con el profesional responsable del seguimiento médico o psiquiátrico.
Para finalizar, hay que destacar que muchas personas se recuperan totalmente de la bulimia y no sufren ningún episodio adicional, otras en cambio fluctúan alternando ganancia de peso y recaídas con períodos estables y, por desgracia, también las hay que cronifican el trastorno, produciéndose un deterioro físico y siendo así difícil su curación.
Por tanto, es muy importante hacer mucho hincapié en la prevención de la bulimia en la familia y la escuela. Y en cuanto aparezcan señales de alerta, intervenir en el problema recurriendo a la ayuda de los profesionales de la salud.
NOELIA BALLESTEROS
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