En torno al alcoholismo se ha ido creando una serie de mitos que no responde a la realidad de esta dependencia. Así, por ejemplo, se escucha mucho en los medios de comunicación: «el alcoholismo es hereditario». Pero, básicamente, no es verdad.
Dichas falsas creencias lo único que nos indican es lo destructivo que puede llegar a ser para la convivencia la adicción al alcohol de alguno de los miembros de una familia.
De entre estos mitos, señalamos los siguientes:
#1.- El alcoholismo es hereditario
Se dice: «de padres alcohólicos, hijos alcohólicos». Pero esto no es cierto. La conducta alcohólica de los progenitores no origina necesariamente el alcoholismo en los hijos. Si fuera verdad que el alcoholismo es hereditario, entonces los hijos de una persona alcohólica también lo serían. Se habla mucho del factor genético, de si puede haber una predisposición al alcoholismo que se hereda. En todo caso, lo que parece estar más probado es la intolerancia al alcohol. Es decir, existen personas que no toleran el alcohol, y su consumo les produce dolores de cabeza, náuseas, etc., aunque sea en pequeñas cantidades.
De todos modos, aunque pueda haber una mínima predisposición al alcoholismo que se herede genéticamente, mucho más importantes para sufrir esta dependencia son los factores psicológicos, sociales y culturales. Es decir, existen determinadas sociedades, comunidades, entornos laborales, lugares de diversión y familias especialmente propicios para que se propague esta adicción.
Así, en un ambiente familiar alcohólico, lo que se transmite al niño es que la forma más rápida de ‘solucionar’ los problemas es el alcohol. Lo mismo sucede en cierto entornos de trabajo en los que se promociona la «cultura de la bebida» para relacionarse.
Cambiemos nuestras ideas sobre el alcohol como medio para socializarnos, reduzcamos la influencia de los factores psicológicos, sociales y culturales propicios al alcohol y veremos de verdad hasta qué punto el alcoholismo es hereditario. Lo que, sin duda, se hereda es una forma de afrontar la vida y una manera de relacionarse y divertirse centrada casi exclusivamente en la bebida.
# 2.- El alcoholismo se cura con la sola voluntad del alcohólico
Esta afirmación parte de un voluntarismo exagerado y de la negación del principio básico de que el alcoholismo es una enfermedad. La voluntad no lo puede todo. El alcohólico es un enfermo y necesita la ayuda de un profesional para superar esta adicción. Indiscutiblemente, su esfuerzo y su deseo de curación serán necesarios, pero no suficientes. De lo contrario, lo único que conseguiremos es culpabilizar más al alcohólico y hundirlo en el pozo de la propia enfermedad.
# 3.- «Soy alcohólico por culpa de mi familia»
Es frecuente que se pretenda buscar el origen de esa conducta en «lo malos que son los otros» y «lo mal que me tratan»: el estrés laboral, los conflictos familiares, el mal comportamiento de los hijos, etc. son algunas de las excusas más frecuentes. Pero la conducta alcohólica es un fenómeno complejo que no se puede simplificar, y menos aún reducir a una sola causa. Si alguien es responsable final de haber llegado a esa conducta adictiva, es el propio individuo, aunque las circunstancias externas favorezcan la aparición del conflicto.
ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA
Psiquiatra. Profesor en Centro de Humanización de la Salud. Exprofesor de Psicopatología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Comillas
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